Casting para Allen Becher

Casting para Allen Becher

17h | Sala Común de Ravenclaw | Allen Becher

Se acomodó en el sillón con no poca dificultad mientras sujetaba su libro de Estudio de Runas Antiguas en una mano, los pergaminos con los ejercicios en la otra y la pluma entre los dientes, observando de reojo con un punto entre la desesperación y el puro tedio como el tintero amenazaba con resbalar del reposabrazos. Precisamente aquel era uno de los motivos por los cuales prefería estudiar en la biblioteca del castillo, donde las distracciones eran poco frecuentes y bastante menos molestas. De hecho, Allen estaría allí en esos momentos si no fuera porque algún graciosillo había tenido la genial idea de hechizar las mesas y las sillas para que se desplazaran de improviso cada vez que alguien intentaba sentarse.

El segundo motivo por el cual el rubio prefería el ambiente de la biblioteca era por el silencio. Pululaba por el castillo la extraña idea de que todos los Ravenclaw eran limpios, ordenados y que pasaban las horas con la nariz metida en libros y ensayos... Y bueno, había quienes lo hacían o al menos lo intentaban, porque resultaba casi imposible concentrarse con discusiones acaloradas sobre si usar a un animal para las transfiguraciones podía causarle algún tipo de secuela psicológica, o las crisis existenciales previas a las clases de Aparición donde siempre había quien exclamaba sus dudas sobre si al reaparecer se hacía con la misma materia, si eran de la misma esencia y chorradas por el estilo. Eran comunes las discusiones, los debates, o las simples riñas basadas en la competitividad más absurda, como quién tenía mejor trazados los mapas astronómicos o quién había obtenido mejores resultados en la preparación de la poción de turno.

Allen nunca había sido amigo de perder el tiempo con charlas teóricas y vacías de contenido real. ¿A quién le importaba si Post hoc ergo propter hoc era un argumento válido o no? ¿A quién le importaba la estúpida analogía Muggle sobre un dragón en un garaje? Normalmente y cuando no le quedaba más remedio que aguantar en la Sala Común, Allen se esforzaba en ignorar a sus compañeros y sus diarreas verborréicas, y para ser sinceros solía resultarle relativamente sencillo desconectar de cuanto le parecía poco interesante o indigno de su atención; pero aquel era su último año y bajo la sombra de los E.X.T.A.S.I.S.  todo resultaba bastante más desesperante.

Terminó de grabatear la última respuesta sobre Runas Antiguas y soltó los pergaminos sobre la pila de trabajos que tenía a sus pies, aún le quedaba terminar las actividades de Astronomía pero eso habría de esperar a que anocheciera, así que se estiró en el sillón como un gato y se quedó mirando el techo de la Sala Común tachonado de estrellas. Con su atención saliendo poco a poco de sus tareas, a sus oídos llegó poco a poco una conversación que se le antojó un debate sobre cual podía ser el factor que diferenciaba a los magos y brujas de los muggles. ¿Dónde radicaba la magia? Para variar, aquel era un tema que le interesaba, así que se volvió para observar al grupo sentado en las mesas de la Sala, culpables en un principio de que él hubiese tenido que apoltronarse en un sillón para hacer sus ejercicios.

En cuanto los miró pudo ver que no se trataba de un debate, o al menos no de uno al uso, ya que por acalorados que fueran  los Cuervos con sus argumentos rara vez alguien terminaba llorando. Pero ahí estaba, una chica de segundo con los ojos hinchados y moqueando en silencio mientras sus amigas intentaban consolarla. Definitivamente, no le interesaba. Se agachó para recoger sus papeles y sus libros, lo cargó todo en su bolsa y se puso en pie. Caminaba junto a las mesas hacia a los dormitorios cuando por fin comprendió mejor la extraña estampa. Seguían sucediéndose las desapariciones, y al parecer una de las más recientes víctimas era pariente de la chica que lloraba.

Allen casi se sentía culpable de que todo aquello no le afectara demasiado. Casi. Pero como con todo lo que no le afectaba directamente, el rubio era poco menos que apático. No simpatizaba con la ideología purista, pero dado que las ideas de estos no le afectaban ni lo más mínimo podía vivir ignorándolo, sobre todo teniendo en cuenta que era su último año y que lo único por lo que podía o quería preocuparse eran los E.X.T.A.S.I.S. No tenía tiempo para dilemas éticos ni políticos, estaba demasiado ocupado siendo un genio.

Casting Aceptado

Puedes comenzar con tu ficha